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Hay veces que la que parece peor solución es la mejor para salvar el negocio

Ángel Valverde, socio fundador de The Mentor Up y especialista en derecho empresarial nos cuenta cómo el proceso concursal, aún pareciendo la peor opción puede ser todo lo contrario para salvar negocios viables en momentos de crisis coyuntural como la que enfrentamos en la actualidad.





No es fácil señalar a los procesos de insolvencia empresarial como un elemento motivador y que sirva para “provocar” cambios.


Obviamente, el estigma que ha supuesto siempre hablar de concurso de acreedores o de cualquiera de las variantes que la vigente normativa ofrece no es algo que pueda plantearse con el ánimo de que el lector no se altere.


En la situación que plantea este “STOP AND GO” que ha supuesto la paralización de nuestra vida empresarial como consecuencia de la crisis sanitaria, hay que olvidar los estigmas y revisar qué herramientas tiene el “ordenado empresario” para poder continuar o al menos intentarlo.


La incertidumbre que a cada uno nos llega al preguntarnos ¿qué va a ocurrir? ¿cómo vamos a enfrentarnos a la situación de los próximos meses?, tiene respuesta y no toda la respuesta debe ser tabú.


En la anterior crisis, el estigma del miedo del empresario a ser señalado abocó a muchas organizaciones a una liquidación y a desaparecer por ser lentos en la toma de decisiones.


La espera o “la patada hacia delante” puso al final en el disparadero a muchas entidades que si no hubieran sentido la presión del que dirán habrían presentado concurso de acreedores cuando era viable su supervivencia y ahora estarían vivas o al menos alguien habría continuado con ellas.


El convencimiento nacional de que el capitán es el ultimo en abandonar el barco provocó que la visión de seguir con la empresa como sea, fuera más quijotesca que real y al final no quedaban molinos que combatir.


Se criticó mucho el texto de la ley concursal y poco al empresario que tardó en acudir a ella.


El proceso concursal, por el tipo de crisis coyuntural y no estructural a la que nos enfrentamos, esta vez sí que podía ser una oportunidad para el salvamento de los negocios.


Cualquiera de las herramientas que establece la ley concursal ahora puede ser una solución. Personalmente creo que, será mejor siempre aquella solución que no obligue pasar por los juzgados que, sin duda, van a estar saturados por la parálisis sanitaria obligada. Pero todas ellas deben y pueden ser exploradas.


Solo necesitamos una ayudita del legislador dando más flexibilidad a la norma concursal y avanzar en los acuerdos extrajudiciales con los acreedores. Lograr que el crédito publico tenga la misma prelación que los acreedores ordinarios y sobre todo lograr una celeridad procesal en la solución de litigios concursales.


La ayuda que tenemos que aportar los encargados de ayudar a los negocios en crisis es realizar los diagnósticos adecuados mucho antes que en la anterior crisis. Si la idea no es rentable no se debe meter un duro más. Caer y levantarse es una decisión de tan buen empresario como levantar un negocio y mantenerlo y mucho mejor, sin duda, que continuar y dejar quebrar la compañía.

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